viernes, 20 de marzo de 2020

Carta- María Teresa Coda.-

UNA CARTA DE DIOS PARA LOS HOMBRES...




MIS MUY AMADOS HIJOS




                       
                                          Llegan a Mi plegarias dolorosas, del padecer, del pensar que los inunda.









                                          Quiero que sepan que los escucho, habito entre ustedes, comprendo sé del infinito transitar y deseo aplacar sus sufrimientos, estoy en la sonrisa de los pobres, secando el sudor de su trabajo, en los tristes ojos de los niños con sus pálidas caritas.










                                          Veo vientos de injusticia que sin piedad hieren, plagas que avanzan sordamente, palabras nombradas en silencio, temor de llevar la verdad en nuestros cuerpos, negación al espectro final...Hiroshima, droga , sida, libertinaje, guerras...










                                          Sé que no hay fuerza humana que supere la locura fantasmal de esos flagelos. Sin embargo les suplico tengan fe e invoquen con fervor mi nombre. Voy sembrando la semilla de Amor que es necesaria para atenuar tanto pesar y si el viento caprichoso nos la quita, sembraré nuevamente sin cansancio...también ustedes deberán sembrar, cumplan las palabras bíblicas, llamen al hermano hermano mío, con dulzura, extiéndanle la mano salvadora, brindando consuelo si es pedido, no se fije si en ello va el olvido.












                                        Pregonen con sencillas palabras de esperanza que no todo es lucha cruel en la vida, siempre habrá momentos hermosos para recordar y refrescar el alma. Con asombro vemos que también suceden milagros, sentimos elevar fuertes voces, gritos de libertad, romper en estallido Aquel Muro de dolor y vergüenza, volar en pedazos. convertirse en polvo, pedazos construidos de carne lacerada con violación y aprobio, por fin esta pesadilla ha concluido. No olviden jamás sus ruegos siempre llegan, no nieguen mi calvario, ni i cruz.Como padre piadoso los convoco en ración fervorosa, todos unidos con sublime Amor y Fe.







                                          Mi paz les dejo. Mi paz les doy.










                                                                                                    María Teresa.-

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